Carlos J. Aldazábal · Paraje

ISBN 978-987-4409-97-3
14 x 20 cm, 88 páginas
1ra edición septiembre de 2021
colección fuera de serie
(disponible también en epub)

$16.000,00

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Descripción

Carlos J. Aldazábal (Salta, Argentina, 1974). Sus últimos libros de poemas publicados son: Piedra al pecho (2013), Camerata carioca (2016) y Mauritania es un país con nieve (2019).
Obtuvo, entre otros, el Primer Premio Regional de Poesía (NOA) de la Secretaría de Cultura de la Nación (1997), el Primer Premio del II Concurso “Identidad, de las huellas a la palabra”, organizado por Abuelas de Plaza de Mayo (2001), el Premio Alhambra de Poesía Americana (Granada, España, 2013) y el XLIII Premio Ciudad de Irún de poesía en castellano (País Vasco, España, 2019). Su poesía ha sido traducida a varios idiomas e incluida en antologías nacionales y extranjeras.

Paraje obtuvo el primer premio en poesía del Fondo Nacional de las Artes (2021), al que por decisión de la institución se le puso el nombre de la destacada poeta argentina Olga Orozco.

En la convocatoria a los concursos literarios 2021, el Fondo Nacional de las Artes señalaba: “Se decidió que el Primer Premio de Poesía lleve el nombre de ‘Olga Orozco’ en homenaje a la legendaria poeta nacida en La Pampa en 1920”.
Un jurado, integrado por Miguel Ángel Federik (Entre Ríos), Mercedes Araujo (Mendoza), Nurit Kasztelan (Ciudad de Buenos Aires), Geraldine Palavecino (Salta) y Alejo Carbonell (Córdoba), eligió ganador del Premio Olga Orozco, entre las 1948 obras enviadas desde todas las regiones del país, el libro Paraje, de Carlos J. Aldazábal.

Paraje es un libro de revelación y develación”, dice María Rosa Lojo en la presentación, confirmando una de las hipótesis de Mempo Giardinelli: estamos frente a una poesía “necesaria, insoslayable”.

En este libro, hay un regreso a la idea de “poesía antropológica”, presente en el poemario Nadie enduela su voz como plegaria (2003), referido al genocidio padecido por el pueblo selknam de Tierra del Fuego. Pero aquí la mirada pasa de la Patagonia al Norte, al universo del pueblo wichí: sus mitos, su presente, los parajes del Chaco salteño, el ecocidio de su hábitat, las violencias que sufren sus mujeres. Un poemario que ahonda en la condición humana desde la particularidad de una cultura, y que sigue las huellas del Eisejuaz de Sara Gallardo en la respiración lírica de Manuel J. Castilla.

“No existen recetas para escribir poesía antropológica, como no existen recetas para escribir un poema de amor que también, por qué no, podría ser un poema antropológico: el poeta es, la mayor parte del tiempo, una otredad que camina. Pero si se trata de opinar, sospecho que es en la mixtura entre el respeto por la diversidad humana y la emotividad donde la poesía alcanza su blanco más certero” (C. J. Aldazábal, 2005).

 

[ un poema ]

Barro

El agua nos moldeó a su semejanza.
Así subsistimos, informes y mezclados
en un paisaje cada vez más ajeno.
Hemos perpetuado un color,
y de ese crimen nos acusaron con los ojos.
¿Vinieron los nubarrones amenazando con la justicia?
¿Vino la justicia a tronar y a persuadir, a arremeter y a acorralar
hasta lograr el arrepentimiento?
Solíamos creer en la reverberación del agua.
Éramos ese brillo, y así sobresalíamos en el paisaje.
Pero luego el agua formó la opacidad,
y en esa pasta de tierra concluyó nuestro brillo.
Ahora, informes en el suelo,
aterrados por las amenazas que llegan de lo alto,
nos hemos arrepentido del color.

Y el agua ya no brilla, y la tierra no vuela:

humillados en el barro hasta el arrepentimiento de un color
olvidamos los destellos de la luz en las ondas del agua.